Los entusiastas de la paleontología y la arqueología podrán recorrer este gigantesco cráter abierto en medio de la llanura patagónica y descubrir restos fósiles de peces de aguas dulces y observar arcillas amarillentas de origen lacustre, arenisca, cantos rodados de color pardo, pertenecientes al período Cretácico Superior.
Estarás parado en las conocidas “badlands” – tierras malas – que transitándolas con precaución te otorgarán un paisaje impresionante, cuasi – lunar.
Lo ideal es que te internes en el sector con un guía, que podrá explicarte el origen de cada sector que estés atravesando.
Observarás que el Anfiteatro natural, posee una forma semicircular, abierto en varios cañadones, calados por el correr del agua sobre un terreno semidesértico.
Presta mucha atención si tu deseo es descender al corazón del monumental cráter, pues es más que factible que las tierras se desmoronen fácilmente.
No será fácil que encuentres entre las jarillas terreno firme para apoyar tus pies, pero intentar esta pequeña pero audaz odisea tendrá su premio.
Una vez en el fondo del terreno, podrás apreciar toda la diversidad de colores y formas del profundo cráter. Los guías te comentarán que el terreno fue moldeado por el agua y el viento.
Te parecerá como si el pie de un gigante se hubiera hundido en la región, dejando sus huellas sobre el bloque de arcilla.
La admiración y el asombro correrán dentro de tu ser de manera inusitada, mientras que el guía te explique que a las rocas redondeadas se las denomina “clastros” y comenzarás a reconocer las distintas capas rojizas del Cretácico alto, las amarillentas de origen marino y las distintas franjas de areniscas del Período Terciario.
Esta emocionante aventura, te resultará una suerte de viaje en el tiempo, donde recorrerás un período que te remontará a cien y sesenta millones de años atrás; cuando los dinosaurios habitaban la región.
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